Gravedad
Marcello Pignataro [email protected] | Lunes 21 julio, 2008
Marcello Pignataro
Una de las leyes infalibles, irrefutables e indiscutibles de la física dejó de funcionar. La ley de la gravedad ya no ejerce absolutamente ninguna función sobre los precios y, en lugar de mantenerlos bajos y accesibles, pareciera que todos se están disparando.
Primero el petróleo ha venido con un ascenso imparable que, salvo el alegrón de burro de la semana pasada —que bajó US$6 en una sesión— pareciera no se va a detener. Luego el dólar decidió comportarse de manera rebelde y subir ¢18 de la mañana a la tarde. Se anuncian aumentos en las tarifas de autobús, de agua, de electricidad, de las gasolinas, etc.
La crisis que se está viviendo, por más que algunos sectores se la quieran achacar a Oscar Arias, al BCIE o a GTZ, es mundial. Vemos en las noticias que X, Y y Z empresa planea despedir X, Y y Z miles de empleados de su planilla para reducir costos. Las fuerzas de la naturaleza también se encargan de sembrar pánico y destrucción, agravando aún más las cosas. Cada vez se utilizan menos terrenos para la siembra de alimentos y sí para la de hidrocarburos. Paréntesis: si alguien me puede explicar la lógica de esta última, se lo agradecería mucho.
La crisis, como decía, es mundial y no debemos esperar que nadie nos la resuelva. Es un asunto de todos. Aquí no hay gobierno, no hay iglesia, no hay ministerios, no hay policías, no hay nadie que nos resuelva el problema. Todos somos parte del problema pero también somos parte de la solución.
Cada acción que nosotros, como individuos tomemos, nos afectará mayoritariamente a nosotros pero contribuirá a la mejora del asunto como un todo. Si decidimos apagar las luces de la casa más temprano o encenderlas más tarde; si uno de los tiempos de comida lo dedicamos a ensaladas o comidas frías y no utilizamos la cocina; si en lugar de ver tres horas de televisión al día vemos dos —y la otra la dedicamos a leer, pasatiempo muy entretenido y que recomiendo a quien me lo quiera preguntar—; si dejamos el vehículo en casa más de un día a la semana; si reciclamos… Todas esas pequeñas acciones, que nos afectan positivamente y en primera instancia a nosotros, sumadas darán como resultado un cúmulo de acciones que redundarán en beneficios para todos.
No han faltado los quejosos ante la imposición del MOPT de restringir el uso de vehículos según el número de placa. A pesar de la experiencia que comenté la semana pasada, veo la medida como positiva. Como dijo don Tomás Nassar la semana pasada: “El tráfico es más fluido y la gente se ve un poco menos estresada”. La iniciativa debería dejar de concentrarse en la periferia metropolitana y convertirse en algo nacional dado que, además de contribuir a la circulación vehicular, ayuda a la estabilidad emocional de la gente.
Pero debemos dejar de esperar que el gobierno nos “imponga” las medidas a tomar y empezar a tomarlas nosotros mismos. Hoy estamos cosechando lo que sembramos años atrás; colaboremos entonces para sembrar lo que nuestros hijos disfrutarán años adelante.
Una sola gota de agua posiblemente no haga nada, pero miles de millones de gotas de agua juntas forman un mar.
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