Televisión
Marcello Pignataro [email protected] | Lunes 14 abril, 2008
Marcello Pignataro
Confieso que hago todo lo humanamente posible por no ver ningún noticiario nacional. Todos los días, religiosamente, leo los periódicos. Tengo un orden particular y específico para los tres medios impresos con los que me informo y evito —más bien me las “brinco”— las páginas de sucesos.
La superficialidad en que ha caído la mayoría de los medios de comunicación en Costa Rica no está contribuyendo en nada al desarrollo, a la mejoría, a la estabilidad. En las noticias por televisión es estándar que los primeros 20 minutos los dediquen a muertes, atropellos, asesinatos, vuelcos, incendios y toda clase de desgracias imaginables. En la mayoría de los medios impresos pareciera que la tendencia es esa.
¿La violencia que vivimos en Costa Rica nació o se hizo? ¿La extrema cobertura mediática de estos sucesos a qué está contribuyendo? ¿Existirán algunos delincuentes cuya única finalidad para cometer un crimen sea salir en tele? ¿Esos primeros 20 minutos en tele serán los más caros para los anunciantes por ser, posiblemente, los más vistos?
Cuando leo los diarios —excepción hecha de LA REPÚBLICA— y veo que dedican páginas de páginas al despido de una presentadora de televisión no me queda más que desilusionarme un poco. Es claro y lógico que, por tratarse de una figura pública, su salida de un canal sea noticia. Pero de ahí a que la entrevisten para indagar si ya vio el programa, si lloró o si está feliz, son otros cien pesos.
Y no tengo absolutamente nada contra la periodista en cuestión, pero pareciera que las notas periodísticas se están haciendo para llenar espacio más que para informar. Ya no es la necesidad de conocimiento lo que motiva a leer un periódico. Es, más bien, el morbo de —siguiendo con el mismo ejemplo – entrar en la intimidad de una persona que, en momentos como esos, tiene todo el derecho de quedarse callada, dado que se trata de un asunto meramente privado.
En la introducción de su libro “The assault on reason”, Al Gore menciona, con suma preocupación, que los estadounidenses dedican 100 millones de horas por semana a ver televisión. El ciudadano promedio de ese país dedica unas 4 horas y media por día a ver televisión: más de una sexta parte de la jornada.
Menciona el señor Gore que “la ciudadanía bien informada” está en peligro de convertirse en “la audiencia bien entretenida”, debido a la inundación de información que sale de los aparatos y que impide, verdaderamente, una discusión de temas de interés nacional. Un ciudadano común y corriente no puede, ni por asomo, pagar las sumas exorbitantes de dinero que cuestan 30 segundos en la televisión de Estados Unidos. Entonces, ¿cómo podrá él o ella expresar su opinión?
En el caso de Costa Rica es cuestión de analizar las preguntas de las “encuestas” que hacen algunos programas: ¿A los hombres les gustan naturales o artificiales? ¿Prefiere hacerlo de pie o acostado? ¿Debería Medford seguir tirando la gorra al suelo o no? ¿Cómo se llama la película de acción de Stallone que tiene las letras R_MB_?
Estamos, definitivamente, urgidos de un cambio.
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