Varios
Marcello Pignataro [email protected] | Lunes 12 mayo, 2008
Marcello Pignataro
Ya no hay esquina en la que no nos tope alguien para pedirnos plata para que compremos flores, periódicos, para hacer malabarismos, para que ayudemos al Ejército de Salvación, para que ayudemos a los Hogares Crea o, simplemente, para que los ayudemos a ellos.
Aparte del peligro que representa para ellos mismos ubicarse, algunas veces, en zonas de alto y rápido tránsito, hay que pensar que, con el clima de inseguridad que estamos viviendo, las posibilidades de que algún conductor saque su mano para depositar unas monedas se van acercando impresionantemente rápido a cero. Claro, nunca faltará un “alma buena” que les colabore pero, pensémoslo por un segundo, ¿cuánto puede costar mandar hacerse un uniforme y una alcancía de madera?
En mi caso prefiero hacer las donaciones directamente a alguna cuenta bancaria y no jugarme la mano, el reloj, la plata, el carro o la vida, entregando monedas en semáforos o en esquinas.
Muchas de estas personas que frecuentan las esquinas y semáforos podrían considerarse —digo yo — como posibles beneficiarios de alguno de los millones de dólares que tiene la Iglesia católica guardados —por razones que hasta la fecha desconozco porque todos los fines de semana piden plata para arreglos, turnos, ferias, hogares pobres, etc.
Más bien le hace la Iglesia al país y a su propia credibilidad —que debe andar por el subsuelo en estos días— sacando esos dineros y repartiéndolos entre causas necesitadas, reparando las iglesias que tienen dañadas (¿Cuánto fue lo que costó la reparación de la iglesia de Limón después del terremoto? ¿Lo pagó la Iglesia?), erradicando tugurios, dándoles de comer a los que tienen hambre, abrigando a los que tienen frío.
El asunto es muy sencillo: nada más tienen que seguir el ejemplo de humildad, sencillez y amor al prójimo de Jesús.
Un pastor se dejó decir, en un periódico de circulación nacional, que Saprissa no gana porque en el concierto de Iron Maiden los asistentes dejamos muchas “malas vibras” y se practicaron cultos satánicos. Es una solemne lástima que no existan vacunas contra la estupidez.
Los dirigentes de la Liga, en medio de su Teletón para salvar al club, comunican a la prensa que Luis Diego Arnáez, quien le ha cambiado la cara al equipo y lo tiene peleando por el Campeonato Nacional, posiblemente sea sustituido para el próximo Torneo.
A Carlos Restrepo, a quien se le contrató por un “proceso” (¿Entenderán los dirigentes de este país qué quiere decir esa palabra?), lo despiden porque no clasificó a la siguiente fase.
Cartago celebra y casi da la vuelta olímpica en el Morera Soto porque perdió con la Liga, pero la incapacidad del Santos de anotar un gol más —o de permitir uno menos— en su Estadio contra Liberia, le permite quedarse en Primera División. Habrase visto celebración más absurda y ridícula. Un nuevo monumento a la mediocridad.
La Federación de Fútbol supuestamente ofreció la posición de director técnico de la Selección a Enrique Meza, obvio que a espaldas de Medford.
Con esas mentalidades, qué ganas de trabajar en el fútbol nacional.
¿Y la Sele? La Sele sigue cayendo en el ranking. Eso no es noticia.
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