Cuidando cama
Juan Manuel Villasuso [email protected] | Martes 26 mayo, 2009
Dialéctica
Cuidando cama
Soy un apasionado creyente de nuestro sistema solidario de seguridad social. Soy también un ferviente defensor de la Caja Costarricense de Seguro Social y del régimen universal de salud. Por eso me siento orgulloso cuando comparan nuestros índices con los de otros países y me enojo cuando veo ineficiencias y desaciertos que no deberían ocurrir.
Hay cuatro variables que se utilizan para valorar los sistemas de salud: cobertura, equidad, calidad y eficiencia. En todas ellas tenemos buenas calificaciones, lo cual no quiere decir que no podamos mejorar, especialmente en las dos últimas.
Sin embargo, hay cosas negativas que saltan a la vista y que producen malestar. Cosas que deberían ser fáciles de corregir y perfeccionar, pero que no cambian a pesar de las críticas y de los buenos propósitos de las autoridades.
“Cuidar cama” fue un término que escuché por primera vez en agosto del año pasado cuando personas muy queridas me internaron en el Hospital San Juan de Dios para que me atendieran por un AVC (accidente vascular cerebral) causado por hipertensión. Valga la ocasión para reiterar mi agradecimiento a todos los que me cuidaron.
Allí me encontré con un colega economista, Felipe Calvo, también internado en espera de una operación del corazón. Felipe me comentó que hacía una semana que “cuidaba cama” aguardando la intervención quirúrgica.
Cuando me explicó lo que significaba cuidar cama, que no es otra cosa que aprovechar la oportunidad de una cama disponible para ser internado y luego esperar varios días hasta que llegue el momento programado de someterse al procedimiento correspondiente, el asunto me pareció absolutamente irracional.
¿Cómo es posible —pregunté— que no puedan coordinar el acto médico con el internamiento del paciente, a fin de que la permanencia en el hospital sea lo mas breve posible? Los días-hospital tienen un alto costo, cerca de ¢200 mil según me dicen. Además, las estadías prolongadas perjudican a otros enfermos que no pueden ser atendidos por estar las camas innecesariamente ocupadas. Nadie me respondió.
Ahora mi fraternal amigo Armando Vargas Araya, a quien deseo una rápida recuperación, ha tenido que esperar casi una semana antes de una cirugía. Envidiables días de reposo y de lectura... pero triviales desde el punto de vista médico y dispendiosos desde una perspectiva económica.
Resolver estos desencuentros entre el momento del internamiento y la realización del procedimiento terapéutico, a fin de mejorar la eficiencia y la eficacia de la institución, no es una tarea difícil en estos tiempos donde las tecnologías de la información y la digitalización permitirían alcanzar soluciones óptimas para los asegurados y para la CCSS. ¿Por qué no se hace?
Parece ser que es precisamente en esta dimensión tecnológica, en la aplicación de la informática para la gestión de los recursos y la atención administrativa de los pacientes, donde la Caja está más rezagada.
No es solo la aberrante práctica de cuidar cama, sino también los métodos arcaicos para las citas de consulta, los expedientes médicos que atiborran oficinas, los engorrosos mecanismos de tramitación, y la falta de controles para determinar el uso que hacen los asegurados de los servicios de la institución, entre otras deficiencias.
Si la CCSS hiciera un esfuerzo integral por avanzar tecnológicamente en la esfera administrativa estoy seguro que atendería mejor a los pacientes, reduciría considerablemente los costos y elevaría la eficiencia. Y nadie más tendría que cuidar cama.
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