En solo 12 minutos, el Team buscó y halló su premio
Gaetano Pandolfo [email protected] | Viernes 27 diciembre, 2019
El destino le jugó a la Liga una broma macabra: lo dice la canción.
En la serie de cuatro juegos con el Herediano, al Alajuelense no le salió nada, mientras que al Team se le facilitaron las cosas, por los propios errores de su mentalmente limitado equipo rival y desde luego sus propias virtudes.
De pronto el Alajuelense se encontró con dos goles seguidos, anotaciones que intervenciones prodigiosas del portero Esteban Alvarado y cuatro remates en los postes impidieron en juegos anteriores, y no supo qué hacer con ellos.
Jonathan Moya clavó de cabeza el 2-0; se irritó y molestó el cancerbero héroe de la final y se llega al momento cumbre de la definición por el título: dos minutos después de la anotación que hizo retumbar La Catedral, el técnico del Team, José Giacone reacciona como un rayo y ordena los ingresos de Yendrick Ruiz y Nextaly Rodríguez, cuando a la final solo le restan 12 minutos.
¡Doce minutos!
Tenían que ser del Alajuelense, motivados, empujados por los gritos de 17 mil enloquecidos espectadores, pero, todo lo contrario, fueron del Herediano y es en este corto espacio que la visita saca su casta de campeón y se abalanza por una anotación que le permitiera sobrevivir y seguir luchando por una corona que era suya pocos segundos atrás.
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La presión destroza el corazón rojinegro; el titulo 30, soñado y deseado está cerca, muy cerca, demasiado cerca. Es cuestión de minutos. Entonces, los pupilos de Andrés Carevic, instintivamente se tiran atrás, cabeza caliente, emociones desbordadas, nulos pensamientos, total ofuscación y le entregan el dominio del juego a un rival que da un ejemplo de agallas, pundonor, hidalguía, porque no se rinde y creé tener tiempo para revertir la dramática situación.
Esos doce minutos fueron rojiamarillos y si el gol que convirtió el Morera Soto en un cementerio, con 17 mil ánimas que no se levantaron jamás, llegó por un yerro garrafal de la retaguardia eriza, la verdad que Herediano lo mereció por no renunciar nunca a su espíritu guerrero.
El gol de Yendrick Ruiz que le dio el título al Team, no fue una acción aislada. Su equipo lo buscó durante 12 minutos y lo encontró.
Ese gol le dio la corona al Herediano, porque lo que siguió de la final, tiempos extra y penales, fueron triste prolongación de un funeral, de un entierro de un descorazonado León, liquidado con el remate de cabeza de Yendrick a puerta descubierta.
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