Felicidad contagiosa
Juan Carlos Barahona | Jueves 25 diciembre, 2008
Dr. Juan Carlos Barahona

La felicidad parece ser un fenómeno colectivo, es decir, la felicidad de las personas depende de cuan felices sean aquellas con quienes están socialmente conectadas. James H. Fowler, un profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de California, y Nicholas A Christakis profesor del Departamento de Sociología de Harvard, publicaron recientemente un artículo sobre el contagio de la felicidad por medio de redes sociales que arroja nueva evidencia sobre este fenómeno humano.
La felicidad no solo es un derecho humano, es un componente de la salud y aunque está determinada por una serie de factores complejos, voluntarios e involuntarios, lo cierto es que cada vez la entendemos un poco mejor y con ello, aumentamos la posibilidad de una vida más llena y placentera. Hoy que andamos repartiendo y recibiendo deseos de felicidad a toda la gente con que tenemos contacto, vale la pena que meditemos un poco sobre este fenómeno y cómo puede contribuir a que efectivamente la gente a nuestro alrededor y nosotros mismos seamos más felices.
Estos dos científicos lograron registrar y graficar una red grande de personas en una comunidad de Nueva Inglaterra y la imagen obtenida por ellos muestra con claridad conglomerados de gente feliz y de gente infeliz. Pero lo más interesante de este estudio es que muestra como la felicidad se extiende hasta tres grados de separación. Los científicos de redes sociales se expresan de esa manera para identificar la distancia en las relaciones sociales, así, mi amigo está a un grado de distancia, el amigo de mi amigo a dos grados, el amigo del amigo de mi amigo a tres, y así sucesivamente. Entonces, lo que este estudio sugiere es que el estar rodeado de gente feliz, cuyos amigos son felices, aumenta nuestra probabilidad de ser felices en el futuro. Es decir, no es que la gente feliz se junta con gente feliz (ríe y el mundo reirá contigo), o que la gente infeliz anda con infelices, es que andar con gente feliz influye en la propia felicidad y nuestra felicidad en la de ellos.
Lo contrario también es cierto, así que los que lloran, no lloran solos… Esto se sabía puesto que las emociones se contagian. Por ejemplo, otro estudio había mostrado evidencia de que estudiantes escogidos al azar y asignados a compartir con compañeros deprimidos, después de tres meses, ellos también empezaron a mostrar signos de depresión. Este estudio viene a explicar que ese contagio sigue la estructura de nuestras redes personales, que la influencia es en dos direcciones y que depende también del tiempo y del espacio. De modo que, desde la ciencia de las redes sociales, nos llega esta Navidad un poderoso mensaje:
Si le desea felicidad a sus seres queridos, ocúpese de ser feliz y ellos se contagiarán de su felicidad y a su vez, contagiarán a la gente que tienen alrededor; si lo logra… ellos también lo contagiarán a usted de felicidad.
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