Luis Marín le robó la corona al Rey

Las finales no se juegan, se ganan.

San Carlos, nuevo campeón nacional al mando de Luis Marín, entendió que el 0-0 le daba el primer título en la historia al club e hizo lo necesario para ponerse la corona.

El 1-1 que sacaron de la Cueva fue oro que supieron administrar, utilizaron el reglamento a su favor, el gol visita como criterio de desempate y lo utilizaron a su favor.

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La experiencia de Marín, los jugadores experimentados el y orden defensivo desde el portero hasta el hombre de punta, se comprometieron con la idea de aguantar los embates de Saprissa y dejarse el título.

Si bien el fútbol no fue vistoso por parte de los norteños, quienes llegaron en pocas ocasiones al marco de Alejandro Gómez en los 180 minutos de la serie, cornearon en el momento adecuado y manejaron el resultado.

Por su parte, Walter Centeno murió fiel a su estilo.

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No hubo pelotazos de desesperación, ni siquiera superado el minuto 90 cuando la afición anhelaba ver la bola en el marco rival lo antes posible.

Mantuvo a sus centrales en la parte de atrás, ubicó a los laterales por los costados para armar juego y no fue suficiente para superar el bloque defensivo norteño.

Saprissa careció de “punch”, no encontró el gol que alargaría la serie a una Gran Final y fue un noble perdedor.