Paz
Pedro Oller [email protected] | Martes 27 mayo, 2008

Pedro Oller

En 2007, Costa Rica ocupó el puesto 31. Para 2008 hemos descendido tres puestos al 34, aunque hemos mejorado un punto. La pregunta obligada, teniendo como referente al Premio Nobel de la Paz en nuestra presidencia es, ¿por qué?
Suponiendo que la nota para aprobar es similar a la de nuestro sistema de educación, nos quedamos en corrupción (5), participación política (6,1) y cultura política (6,9), facilidad de acceso a armas de fuego (4 de 5, siendo 5 el más bajo), homicidios por 100.000 habitantes (3 de 5, dentro del mismo criterio), nivel de delitos violentos (3 de 5). En general y en lo que respecta a las otras variables, tenemos calificaciones excelentes: proceso electoral (9,6), libertades civiles (9,4), estabilidad política (1, siendo este el número más alto), respeto a los derechos humanos (1, mismo criterio), conflictos internos (1), terrorismo (1), todas las variables militares (1).
De aquí podemos sacar las primeras conclusiones: mientras nuestra institucionalidad política es reconocida por todo lo alto, la situación delincuencial y de seguridad interna es absolutamente deficitaria. Tome nota señora Ministra, no se trata de una percepción interna únicamente, tiene enfrente también datos externos que avalan nuestra inquietud. Si a esto agregamos, como debemos hacerlo, que no estamos cumpliendo con nuestras obligaciones electorales, la institucionalidad política también se antoja débilmente posicionada a futuro. En América Latina, nos superan en su orden Chile y Uruguay. Ambos países arrojan mejores números en materia de seguridad y participación electoral, confirmando cuál es nuestro talón de Aquiles.
Aprovechando que estamos a medio periodo y, reiterando la objetividad del análisis hecho por el Indice Global de Paz, el gobierno debe asumir el reto de mejorar la posición en que se nos sitúa de aquí a que termine su gestión. Esto, por supuesto que incluye, lejos de la discusión semántica, que el ciudadano perciba y pueda verificar una mejoría ostensible en materia de seguridad. Tenemos suficiente ya de habladurías, de dimes y diretes en el Congreso, de hablar de realidades que vivimos lejos de cristales, necesitamos acciones concretas que nos permitan recuperar la paz.
Por demás apropiado para un Presidente que tuvo eso como tema central de campaña hace 20 años. Le recuerdo, con todo respeto, que eso de Paz para mi gente, Paz para mi Pueblo, paz con Oscar Arias, tiene la misma vigencia, la misma urgencia y una única diferencia: la reclamos hoy y aquí.
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