Latinoamérica en su laberinto
Ennio Rodríguez [email protected] | Martes 22 mayo, 2018
Latinoamérica en su laberinto
No hace mucho celebrábamos el retorno a la democracia en toda Latinoamérica (con la excepción de Cuba), la reducción de la pobreza y el fortalecimiento de las clases medias (49 millones de personas salieron de la pobreza y engrosaron las clases medias entre 2000 y 2010), y hubo mejoras en la distribución del ingreso producto, en gran medida, de la reducción de la pobreza. Las economías crecían fuertemente. Una ola de optimismo recorrió el continente.
En 2015-2016 los precios de las materias primas se vinieron abajo y, con ello, el panorama cambió. Al bajar las tasas de crecimiento se estancó el descenso en la pobreza y el autoritarismo amenaza nuevamente. Durante la época de gran crecimiento, los gobiernos fueron pródigos en el aumento de las ayudas sociales y poco invirtieron en la competitividad de las economías y no redujeron su dependencia de los bienes primarios en sus exportaciones. Los años de fiesta también se acompañaron de casos de corrupción liderados por Odebrecht. En algunos, tampoco se aprovechó el periodo expansivo para lograr los equilibrios macroeconómicos. Así, Venezuela tiene hoy la peor gestión macroeconómica del mundo; Argentina ha entrado en un proceso de ajuste impuesto por los mercados y Costa Rica tiene una última oportunidad para realizar un ajuste fiscal antes de que se lo impongan los mercados.
En general, se aprecia un retorno del autoritarismo asociado, pero no exclusivo, al socialismo del siglo XXI. Venezuela concluyó un proceso electoral que reeligió a Maduro en medio de un gran abstencionismo y la renuencia de la oposición a participar en un proceso plagado de vicios electorales. Nicaragua ha enfrentado, con un aumento de la represión, la protesta popular por el descontento hacia el régimen. Evo Morales perdió el referendo para permitir su cuarta reelección, pero el derecho se lo otorgó la Sala Constitucional. El cambio de mando en Cuba no parece conducir a mayores aperturas democráticas. Brasil y Perú muestran un manejo de los casos de corrupción que podría acercarse a comportamientos autoritarios.
En definitiva, el boom de bienes primarios de principios de siglo fue desaprovechado para insertar a Latinoamérica en cadenas de valor vinculadas con la innovación, transformar sistemas educativos obsoletos e invertir en infraestructura asociada a la competitividad. Tampoco se aprovechó para darle mayor sustento a la democracia. Las elites continúan usufructuando el poder. Los cambios en el elenco de las elites (como en Venezuela, Nicaragua y Bolivia) no han significado una apertura democrática. En general, los fundamentos de la democracia siguen endebles, el contrato social es excluyente de grandes mayorías sin acceso a buena educación y servicios de salud, en cuyo marco, los procesos electorales, centrados en el marketing político, son manipulaciones de estas mayorías sin acceso real a los mecanismos de ascenso social y político.
Latinoamérica continúa en su laberinto, incapaz de descubrir la senda de su desarrollo y de afianzar una cultura y sistema democrático. Otras regiones del mundo han encontrado el camino del desarrollo económico, pero en marcos autoritarios. Latinoamérica, de principios de siglo, parecía el abanderado del mundo en desarrollo en la marcha por la democracia y el progreso económico. No obstante, sus débiles fundamentos económicos y políticos son las carlancas que le impiden salir de la caverna de subdesarrollo.
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