Red o no red: The Social Dilemma
Natiuska Traña [email protected] | Miércoles 30 septiembre, 2020

Se me quebró el pichel del coffee maker, se lo atribuyó al último documental de Netflix: The Social Dilemma. Noventa minutos de entrevistas con los creadores de las redes sociales que todos tenemos en el celular. Jeff Orlowski y Netflix lograron hacernos estremecer y hasta considerar borrar cualquier aplicación del celular, pero vamos, si no se abordara el documental de esa forma no vendería y no sería de los más vistos en las listas de varios países. Acuérdense que Netflix también tiene algoritmos y sabe que queremos ver para seducirnos por horas de “binge watching”.
Es triste darse cuenta de la evolución que ha tenido el comportamiento de las personas en las redes sociales y como el botón de me gusta que tenía que ser positivo, es una de las mayores causas de ansiedad y de falta de aceptación, amor propio y descontento que impacta más a los adolescentes e incluso a los adultos. Cada uno reflexione cuando frenéticamente ve el celular después de una publicación para ver “cuántos likes tiene” entre más likes mejor. ¿No?
Las redes sociales vienen a evidenciar a la distancia de un celular todos los problemas sociales que hemos tenido desde la creación de la humanidad, el chisme, la crítica, el bullying, la poca aceptación de opiniones distintas…
Bajo la tesis anterior, no es extraño que las personas prefieran “fake news” y teorías de la conspiración, porque la verdad es aburrida y no vende. En el mundo del consumismo actual, lo que importa es vender y causar efecto en las personas para que mantengan una posición con o sin fundamento.
Las redes sociales no solo se han convertido en un nicho donde me conecto con los que piensan igual que yo, porque sí; esos que vemos en el “news feed”, son los que piensan y gustan de forma similar a nosotros, los demás están escondidos. Sino que también cada like y visualización nos ofrece productos o servicios relacionados con nuestro gusto o nos dirigen a opciones “que nos podrían gustar” según nuestra actividad y entre más horas de conexión más información se recopila para conocernos más. Sí, las redes sociales buscan conocer todos esos secretos que nadie más que usted y los ingenieros detrás conocen con el algoritmo programado.
No obstante, esta inclinación o este gusto por la información falsa, la polarización, los complejos y todo lo que podemos achacarle a las redes sociales siempre ha estado ahí, lo que pasa es que ahora tenemos un medio de alcance mundial que comparte información en segundos y el documental nos hace ver el peligro que somos nosotros mismos como humanidad, como sociedad.
La Universidad de Princeton realizó un experimento para probar si era posible que personas con creencias arraigadas pudieran cambiarlas al estar expuestas a información contraria. El estudio vino a confirmar que generalmente nos movemos bajo el “sesgo confirmatorio”, esto significa, que cada cual cree lo que quiere creer.
Para este experimento se escogieron participantes con opiniones fuertes a favor y en contra de la pena de muerte, y se les mostró según el caso información para su abolición o para perpetrarla. Dependiendo de la persona, esta información se asumió como denegatoria o confirmatoria y los resultados demostraron que no importaba mucho la evidencia a la que se expusieron las personas, al final lo que importaba eran las creencias. Las cuales se reafirmaron para cada caso, independientemente de que los sujetos experimentales, estuvieran expuestos a información completamente distinta. Esto hace que nos cuestionemos si es cierto que las redes sociales pueden hacernos cambiar las opiniones o por el contrario solo exponemos y mantenemos los prejuicios con los que ya llegamos a ellas.
Con esto no quiero decir que haga falta educación y sentido crítico a la hora de utilizar estas herramientas tecnológicas, que los padres de familia deben considerar las edades adecuadas para que sus hijos tengan mayor criterio y no se expongan a problemas de aceptación o autoestima antes de tiempo sin tener consolidado un cierto nivel de madurez emocional. Tampoco quiero decir que las grandes compañías no deben ser reguladas respecto a la ética y al uso de los datos, pero sí quiero decir que es un deber de todos asumir la responsabilidad de cómo vivimos el mundo virtual. Debemos aprender de este documental por qué algunas personas consideran que la respuesta es eliminar las redes sociales por completo y a raíz de esto obligarnos a ser más cuidadosos, esperando que la reacción general impulse a que se cuiden más nuestros datos y se vea reducida la ecuación riesgo/beneficio.
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